EL
MANTO TERRESTRE
El manto es una capa interior
de un planeta terrestre o de algunos otros cuerpos
planetarios rocosos. Para que se forme un manto, el cuerpo planetario debe ser
suficiente grande para haber pasado por el proceso de diferenciación planetaria en términos de
la densidad.
El manto se encuentra arriba del núcleo y abajo de la corteza. Los planetas terrestres (la Tierra, Venus,
Marte
y Mercurio), la Luna terrestre, dos de
los satélites de Júpiter (Ío y Europa) y el asteroide Vesta
tienen cada uno un manto hecho de roca de silicato.
La corteza esta formada por
placas más o menos rígidas que se apoyan o flotan sobre un material viscoso a
alta temperatura que, a veces, sale a la superficie a través de volcanes y que
contínuamente fluye en las dorsales oceánicas para formar nueva corteza.
A unos 3.000 km de profundidad
se encuentra el núcleo de la Tierra, una zona donde predominan los metales y
que, lejos de resultarnos indiferente, influye sobre la vida en la Tierra, ya
que se le considera el responsable de la mayoría de fenómenos magnéticos y
eléctricos que caracterizan nuestro planeta.
El manto y el núcleo son el
pesado interior de la Tierra y constituyen la mayor parte de su masa.
El manto terrestre
El manto es una capa de 2.900
km de grosor, constituida por rocas más densas, donde predominan los silicatos.
A unos 650-670 km de
profundidad se produce una especial aceleración de las ondas sísmicas, lo que
ha permitido definir un límite entre el manto superior y el inferior. Este
fenómeno de debe a un cambio de estructura, que pasa de un medio plástico a
otro rígido, donde es posible que se conserve la composición química en general
de toda la zona.
La corteza continental creció
por una diferenciación química del manto superior que se inició hace unos 3.800
millones de años. En la base del manto superior la densidad es de unos 5.5
gramos por centímetro cúbico.
En la zona superior se
producen corrientes de convección, semejantes al agua que hierve en una olla,
desplazándose de la porción inferior, más caliente, a la superior, más fría.
Estas corrientes de convección son el motor que mueve las placas litosféricas.