EL SABER GEOGRÁFICO, EL SABER DE LA EXTERIORIDAD
Desde que nace, el ser humano empieza a descubrir todo
lo que lo rodea. Y aprende sus formas,
colores, olores, sabores, y texturas. Además
interioriza los nombres de las cosas, con los que identifica cada objeto, pues
ellos contienen imágenes y significados: si se dice avión, se visualiza un vehículo
con grandes alas que vuela. Todo esto se
sabe con pronunciar o escribir solo una palabra. También aprende a darle un orden a las cosas,
a brindar afectos, y lo más importante, establece que puede transformarlas.
Este proceso es la construcción de la exterioridad,
base del saber geográfico, pues este trata d darle orden, sentido y significado
a todos los fenómenos que ocurren en el mundo.
Como el ser humano es un ser social, los conocimientos
elaborados por el parten de compartir experiencias acerca de la exterioridad,
es decir, son el resultado de una elaboración social.
Cada sociedad, a través de la historia, ha elaborado
un modo propio de comprender, narrar y plasmar su mundo y la manera como lo transforma
y lo hace suyo. Toda comunidad tiene una
forma de contar de donde viene, como pueblo su territorio, porque construyo sus
viviendas en determinados lugares, o
donde se encuentran los recursos (minerales, vegetales, animales o
espirituales) que utiliza en su vida diaria.
De esta forma, los pueblos han generado un saber geográfico o de la
exterioridad, que es una manera de darle un significado y un orden al entorno.